Luna Hiena (PDF)

¿Qué hace un fragmento de una canción de Sean Paul (I´m still in lo with you, girl) en un libro de poesía? ¿Encaja también un epígrafe tomado de Rimbaud? ¿La inclusión de emojis agrega otra capa interpretativa a una obra? Durante la semana fui interrogado sobre la obra del poeta hidalguense –todavía joven- Martín Rangel, y al menos esas tres preguntas bailaron trap al interior de mi mente –ahí todo se puede-. Una vez más reitero mi interés y apasionamiento por un arte vitalista que refleja el pulso de su tiempo y asume que tiene que ser necesariamente interdisciplinario y mutante; hay que ser valiente para dejar de lado la tradición, aunque no se dificulte recurrir a ella cuando se requiere. La presentación de Luna Hiena –su sexto libro- dio cuenta de ello y permitió sentir que estamos en una Pachuca del Siglo XXI. Augusto Sonrics improvisaba música con un sintetizador y armónica, detrás se proyectaban las imágenes concebidas por Rubén Gil y al frente Martín armaba un set de spoken word que nos hace saber que: “Somos como un sueño/ en el que me revelas tu miedo a las cosas”. El pasado jueves ante un lleno en el Foro Escénico fuimos testigos y cómplices de una forma de arte que se alimenta de la diversidad y que entiende que hemos avanzado bastante en la experiencia afterpop –ya no es posible volver atrás-. Martín está más cerca del hip-hop y el trap (en sus variantes más extrañas), pero en estos días también pensé que sus textos se acercan a la estética de una maravilla del indie como lo es el grupo The Magnetic Fields; Stephen Merrit tiene un instinto romántico que entrevera con maneras más formales. Quizá también se acerque incluso a lo que hacen Death Cab for Cuttie –cada uno tiene sus referentes letrísticos-. En fin, estos poemas de Rangel no le tienen miedo a esa nueva confesionalidad, mientras recuerdan que: “El abismo está lleno de flores”.

https://www.milenio.com/opinion/juan-carlos-hidalgo/las-posibilidades-del-odio/martin-rangel